Teresa Ellacuría, mi madre

La noche le inspira. En ocasiones me levanto porque no puedo dormir. Atravieso el estudio de mi madre para llegar a la cocina y beber un poco de agua y ella me sorprende mientras pinta. Nunca me detengo demasiado. He pasado por esa escena mil y una veces. La noche le cuenta cosas.

Hoy no he podido no parar. Me he sentado a su lado a escuchar lo que me decía. "Eres la mejor artista del mundo, mamá". Consigue maravillarme mientras me explica por qué está utilizando esas "pantallas de colores" y no otras. Sabe de lo que habla, pero me lo explica de forma sencilla y con detalle porque quiere que la entienda. Se alegra de que esté ahí y me enseña unos catálogos de arte que acaba de comprar. "Los compré pensando en ti", sonríe.

Mi madre ha atravesado muchas etapas. Recuerdo cuadros enormes con cientos de pinceladas desordenadas que yo no entendía. Me daba rabia no saber lo que era. "Son tormentas", me tranquilizaba ella. Retratos impresionistas, bodegones de mesas altas con manteles y jarrones de flores. A ella sacándonos fotos en la playa mientras jugábamos en la orilla… Al trasladarnos a la península su estilo cambió. La luz y los colores que la habían caracterizado hasta entonces se quedaron en Tenerife. Aquí no los hay.

Al pintar, mi madre deja ver al resto un trozo de ese mundo suyo. Yo se que ese mundo es increíble. No necesita que nadie la admire. Bueno sí, sus hijas. Pero pase lo que pase, ella siempre seguirá contando una historia en sus pinturas. Una historia que sólo ella conoce.

Esta noche no he podido seguir hacia la cocina porque me he topado con uno de esos cuadros. Estaba pintando uno de esos cuadros de colores. Los cuadros que pintaba cuando yo era pequeña.

Buenas noches!

Valentina